martes

Paradoxon

Necesito saber que entiendes que lo que escribo no se trata de mí. Necesito saber que entiendes que lo que escribo no me representa ni me ejemplifica, ni es una proyección de lo que quiero o lo que soy. Necesito saber  que entiendes que lo que escribo es ajeno a mi. No es algo mío ni es parte de mí. Es algo diferente, es algo externo. Necesito que entiendas que a veces parece que las letras pasan a través de mí, que no son mi decisión, que no son mi elección, que simplemente soy una herramienta o un conducto para plasmarlas pero que yo no elijo el orden o la posición. Que yo no elijo cuáles son. Que a veces parece que ya están, que ya está hecho y que mi mano solo es una herramienta, es solo un conducto. Que llegan desde el cielo y se meten por mi cabeza, suenan por mi voz, se deslizan por mi cuello, pasan por mi hombro, por mi brazo, llegan a mis dedos y les dicen cómo moverse. Es como si fuera una máquina automática en la que entran las letras en forma de ideas y salen en forma de tinta. Mi cuerpo solo traduce. Mi cuerpo solo convierte, pero no dispone, no elije, no decide. Necesito que entiendas que lo que escribo no tiene nada que ver conmigo, ni con el mundo.
Que no tiene que ver conmigo ni contigo, ni con la forma en que nos relacionamos.
No tiene nada que ver con nada que conozcamos.

sábado

Es no poder tenerte.

Lo que me afecta no es no verte o no escucharte, es la imposibilidad de hacerlo, es que no estás acá.
Porque si lo decidía podía subirme al auto e ir por ti, y llenarte de besos y abrazos, y empaparme de tu calor y de tu textura, pero ahora que estás lejos no importa cuánto me suba a mi auto no voy te voy a llegar. No importa cuánto te intente, no te voy a probar, a surfear. 
Lo que me molesta es que dejar de verte no es mi decisión, no lo controlo, hay una fuerza más grande que yo y que tú, una fuerza más grande que todo este amor que nos tenemos, una fuerza que no nos deja estar juntos por más que lo queramos.

Luego entonces me tengo que resignar y contener a leer tus letras e imaginarte decirlas, a escuchar tu voz en una nota e intentar ver el movimiento de tu boca. Luego entonces me tengo que sentar y esperar tu fantástico regreso.
Y no me malentiendas, estoy feliz porque viajas, por que lo pases maravilloso. Es solo que seria grandioso que pudieras viajar sin que eso signifique alejarme de ti.
Lo cierto es que, si bien puedo vivir sin ti, te necesito en mi vida.

domingo

1-Salir a la esquina. 2-Levantar los brazos.

Eres una mujer maravillosa. Siempre lo supe y no podría estar más seguro.

Eres un pájaro hermoso que vuela y rompe el viento e ilumina el suelo con sus alas doradas.
Lo que tocas se vuelve música, todo a tu alrededor es belleza solo porque tú estás ahí.
Y cuando caminas no lo haces como un pavoreal pretencioso pero eres mucho más bella que uno, y cuando hablas no cuidas que tus palabras sean de profeta o que tu voz esté en el tono perfecto pero escucharte es lo más delicioso, y cuando bailas, bien podrías cerrar los ojos y dejar a tus brazos pensar. Parece que cada parte de tu cuerpo tiene vida.
Conozco la pasión porque la vi en tus ojos, la vehemencia por por el calor de tu piel, la elegancia por cómo caminas, la anonadación por cómo corta indómito tu cabello el aire.

Uno puede sentarse a verte tan natural, tan única, tan endémicamente bonita; y sonreír.
Tengo tanto que escribir. Mi cuerpo, mi mente, exigen que escriba, que saque un montón de cosas de mi sistema y que me hacen daño. Pero no puedo. Cuando comienzo a escribir sobre lo que tengo que escribir se me traban los dedos. 
Vayanse a la mierda. 

viernes

Hello stranger

–Aléjese, no lo conozco
–Disculpe, señorita extraña, estoy buscando a una muner y me preguntaba si la ha visto. Ella tiene un par de ojos que caben en los míos y siempre usa una sonrisa. Del cuello le cuelga un chocolate o una menta, siempre es lo mismo pero siempre cambia de sabor. 
–No, no la he visto.
–Sí, mire. En su palma encuentro la medida perfecta de mi mano, y en su cuello la de mis brazos. Cuando la beso siempre río, a veces porque ella besa con los dientes apretados y yo con la mándibula abierta, a veces sólo porque sí o porque no.
–No, señor. No sé de qué me habla.
–Quizás si se la describo un poco más. Deme sólo un momento. 
Cuando ella se recuesta en mi pecho el mundo gira más lento, el espacio se comprime y el tiempo se detiene. Los edificios salen volando. 
La piel se me eriza cuando ella me roza.
–Mire, señor, no he visto a esa mujer de la que habla. Pero si quiere, puede quedarse conmigo.
–Claro, si es usted a la que estaba buscando.

lunes

Qué banales los títulos.

Qué muertos están nuestros ojos cuando se ven.
Y muertos nuestros dedos cuando se tocan.
Qué muerta la sangre que me alimenta.
Qué secas las plantas y sus flores, y los árboles.
Y el cielo, qué muerto está el cielo estos días.
Muerta la gente, con sus miradas apagadas y las manos frías. Con los pasos hacia ningún lado.
El ruido y la luz ya no dan vida, acaso la quitan.
Los amantes solos, ya ni pueden amarse a ellos mismos.
Qué tontas las letras que inspiran.
Qué ridículo el poeta. No se ocupa, no sirve.
¿Qué placer da vivir?
El mundo está gris y apagado, andarlo se confunde con el último ocaso.
Con la muerte, qué terrible la muerte. Pero más terrible lo muerto.
No diré que tú matas todo lo que antes no importaba si estaba vivo. Qué aburrido lo cursi y lo romántico.
Qué estúpido el hombre que ama a una mujer. Qué patéticos los que se quieren y los que se necesitan.
Qué tonto intentar vivir cuando ya todo está muerto.
Qué tristes tus ojos. ¿Qué les hice? ¿por qué me permitiste hacerles eso?
Qué trivial perdir perdón.
Ya nada va a revivirme.







jueves

Mirar atrás.

Hola. Sí, te estoy saludando. Aun cuando no hablamos desde hace tanto tiempo.
No voy a decirte que te extraño, o que te quiero, o que aun te amo. No es así. Solo quiero saludarte y saber cómo estás. Fuiste alguien importante en mi vida, y te aprecio. Me parece que solo ahora, cuando ya ha pasado tanto tiempo, es buen momento para agradecerte. Por todo lo que me diste, todo lo que me enseñaste y todo lo que me soportaste. Disculpa si te lo digo hasta ahora, pero tenia miedo de que todavía me quisieras y prefería estar alejado. Tal vez tenía miedo de todavía quererte.
No me arrepiento de lo que pasó, ni de que lo nuestro comenzara ni de que acabara. Lo intentamos y nos divertimos, tal vez incluso fuimos felices.
Sé que ahora estás con alguien más y te felicito. Sé que lo quieres, y me alegro. Yo también he estado con otras personas.
Me gustaría verte algún día, incluso podríamos reírnos de todo lo que pensábamos e hicimos.
Después de toda la confianza que tuvimos supongo que no sería difícil ser amigos.
No quiero que pienses que estoy intentado acercarme a ti para intentar algo de nuevo, te repito que no es así.
Solo considero que fuiste alguien importante en mi vida y me parece tonto hacer como que no existimos.

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