Necesito saber que entiendes que lo que escribo no se trata de mí. Necesito saber que entiendes que lo que escribo no me representa ni me ejemplifica, ni es una proyección de lo que quiero o lo que soy. Necesito saber que entiendes que lo que escribo es ajeno a mi. No es algo mío ni es parte de mí. Es algo diferente, es algo externo. Necesito que entiendas que a veces parece que las letras pasan a través de mí, que no son mi decisión, que no son mi elección, que simplemente soy una herramienta o un conducto para plasmarlas pero que yo no elijo el orden o la posición. Que yo no elijo cuáles son. Que a veces parece que ya están, que ya está hecho y que mi mano solo es una herramienta, es solo un conducto. Que llegan desde el cielo y se meten por mi cabeza, suenan por mi voz, se deslizan por mi cuello, pasan por mi hombro, por mi brazo, llegan a mis dedos y les dicen cómo moverse. Es como si fuera una máquina automática en la que entran las letras en forma de ideas y salen en forma de tinta. Mi cuerpo solo traduce. Mi cuerpo solo convierte, pero no dispone, no elije, no decide. Necesito que entiendas que lo que escribo no tiene nada que ver conmigo, ni con el mundo.
Que no tiene que ver conmigo ni contigo, ni con la forma en que nos relacionamos.
No tiene nada que ver con nada que conozcamos.