Se levantan Diego e Isabel, los amantes de Teruel, cada noche.
Salen de sus tumbas, tomados de la mano, dispuestos a conocer un nuevo rincón de Aragón.
Han visto a la humanidad entera caminar, correr y tropezar, y levantarse. Lo han visto todo desde que el amor los mató.
Pero no les importa estar muertos, están juntos.
Vagan por las angostas calles, entran a bares y a cafés, y se disfrutan, se ven a los ojos y se aman. Y se acarician, y se besan.
Ahora ni la familia importante de Isabel, ni la pobreza de Diego los puede detener. El mundo es suyo, el mundo está a sus pies.
Como el mundo ha estado siempre a los pies de los amantes.
Porque cuando se ama el mundo es de papel.